viernes, 20 de marzo de 2015

24 de marzo de 1976


Aun no había cumplido los siete años y ese día cambió mi vida para siempre. No secuestraron a mi padre ni a mi madre, ni un hermanito nació en cautiverio pero igual cambió. 

A mi tío se lo llevaron preso, a los amigos de mi papá también. A mi tía la cesantearon, a mi otro tío que vivía en Tucumán, también.
Sobrevivimos todos, a la falta de trabajo, a la prisión, al exilio, a esa condena de crecer lejos de tus primos, de los tíos y de los abuelos.
A nosotros que pudimos irnos a Madrid nos tocó la mejor parte: todos salvos...
¿Pero sanos?

Me llevó años, aun me cuesta, reconocernos en el lugar de víctimas, porque víctima víctima fueron Luly, José y Delia que crecieron visitando a su papá por varias cárceles del país.
Víctima víctima era la familia de la Nena Lanzillotto, con sus dos hermanas y sus respectivos maridos todos desaparecidos, con un sobrino nacido en cautiverio, otro chiquito tratando de entender qué pasaba.
Víctima, víctima era Camilo, de mi misma edad, que primero vio como secuestraban a su mamá y meses después a su papá.
Víctimas todos los demás, nosotros nos habíamos salvado.
Cuando fui madre y mi hijo Joaquín tuvo la edad que mis hermanas tenían cuando salimos corriendo de La Rioja, o cuando tuvimos que aprender un apellido nuevo, o cuando llegamos a un país para nosotros desconocido; recién 20 años después me di cuenta de que esa historia nos atravesaba.
El alma se me estrujó pensando en Elsa y en Sara, tan chiquitas, de 3 y 4 años. Abrazaba a Joaquín pensando en ellas sin pensar que yo también era una nena de 7 años y mis hermanos mayores tenían tan solo 8, 10 y 12.
Es muy difícil pensar en nuestras vidas si nada de eso hubiera sucedido. Sí sabemos cada uno de mis hermanos y yo, lo sabían también mis viejos, que lo que vivimos determinó quiénes somos, en nuestras partes oscuras, incompletas pero también en lo que brilla.
Muchas veces me pregunto, cuando miro fotos de nuestra infancia, si no busco algo de aquello que éramos antes que se hiciera de noche aquel 24 de marzo.

(La foto es de cuando vivíamos en Moreno, y éramos los Fernández)