Por Mario Paoletti
Como cada noche
recostado del lado del corazón
espero la llegada de mis queridos muertos
para salir a pasear con ellos por el sueño.
Vendrá Delia con su manita rubia
a rascarme la espalda
y vendrá Papá con su mirada inquisitiva
y el medio toscano apagado en la boca
y vendrá Tito a convencerme
otra vez
de que la revolución es el único quehacer digno
de un hombre honrado.
Haroldo /en cambio / preferirá disfrazarse:
será un vendedor de muñequitos en Sol
o un marinero sueco en el puerto de Buenos Aires.
Isabel me contemplará en silencio /como siempre /
y no se quejará de nada
y César /flaquísimo / llegará caminando lentamente
y me reprochará sin reproches la novia que le robé.
Creo que ellos saben
que mientras yo viva vivirán conmigo.
Después, saltaré al otro lado del mostrador
y me iré con ellos a ilustrar sueños ajenos.
Toledo, 9 de octubre de 2003.
Como cada noche
recostado del lado del corazón
espero la llegada de mis queridos muertos
para salir a pasear con ellos por el sueño.
Vendrá Delia con su manita rubia
a rascarme la espalda
y vendrá Papá con su mirada inquisitiva
y el medio toscano apagado en la boca
y vendrá Tito a convencerme
otra vez
de que la revolución es el único quehacer digno
de un hombre honrado.
Haroldo /en cambio / preferirá disfrazarse:
será un vendedor de muñequitos en Sol
o un marinero sueco en el puerto de Buenos Aires.
Isabel me contemplará en silencio /como siempre /
y no se quejará de nada
y César /flaquísimo / llegará caminando lentamente
y me reprochará sin reproches la novia que le robé.
Creo que ellos saben
que mientras yo viva vivirán conmigo.
Después, saltaré al otro lado del mostrador
y me iré con ellos a ilustrar sueños ajenos.
Toledo, 9 de octubre de 2003.
Hermosa manera de recordar a los seres queridos que ya no están en cuerpo, pero que viven por siempre en el alma.
ResponderEliminar