lunes, 28 de septiembre de 2015

Palabras escritas por Lyli para un acto homenaje a Tito Paoletti en marzo de 2006

















Por Lylian Santochi de Paoletti


A 30 años del golpe militar que hirió de muerte  al país haciendo desaparecer a miles de compatriotas, obligó al exilio a otros tantos miles, sembrando el terror y destruyendo las organizaciones sociales para instaurar el proyecto de destrucción del que hoy aún vivimos las consecuencias, siguen siendo válidas las banderas que los desaparecidos y represaliados  levantaban por una sociedad más justa y fraterna que permitiera la felicidad del pueblo. Por eso es necesario seguir caminando tras esa utopía y tras ella vamos.

Tito Paoletti fue un militante por esa  sociedad más justa y sus acciones fueron hacer conocer desde las páginas de El Independiente los problemas que sufría La Rioja y alentar la búsqueda de soluciones a esos problemas. Y con la coherencia que caracterizó su vida, en una acción que aún no ha sido comprendida en su verdadera dimensión, motorizó la transformación del diario en una cooperativa de trabajo. Pero no de cualquier forma: la empresa editora del diario donó a la cooperativa todos sus bienes y el nombre de una publicación que tenía ya una historia y prestigio de 11 años. Es necesario reconocer aquí que este mismo espíritu existió en los demás socios de la empresa editora entre ellos Ricardo Mercado Luna, a quien hoy también recuerdan en este acto. 

Después del 24 de marzo de 1976, Tito Paoletti –que estaba en Buenos Aires en ese momento- y su familia vivimos clandestinamente en esa ciudad hasta junio de 1977 cuando partimos al exilio. En ese año participó en la edición de una publicación clandestina que se distribuía mano en mano en la que se denunciaba ya las atrocidades que se estaban cometiendo. En Madrid, Tito integró la Comisión Argentina de Derechos Humanos que denunció en forma permanente los horrores de la dictadura y recibió los testimonios de los sobrevivientes de los campos de concentración que iban llegando a aquellas tierras. Pero siempre estaba el propósito del regreso en cuanto fuera posible. Él regresó al país en octubre de 1983. Su familia los hicimos en diciembre de ese año.

Tito vuelve a La Rioja en 1984 y pide reingresar a la cooperativa -en el puesto que la asamblea decida, proponiendo incluso ser corresponsal del diario en Buenos Aires- y pidiendo a sus antiguos compañeros que no avalaran lo que tuvieron que hacer obligados por los militares. Los socios -los antiguos y los nuevos- de El Independiente COPEGRAF -beneficiarios de aquel gesto de grandeza- rechazaron su reingreso e incluso le pidieron que se retirara del edifico del diario...!! 

Al año de la muerte de Tito recibí una llamada de uno de los socios -"Cachete" Ramírez- diciéndome que querían poner una placa de homenaje a Tito.
Lógicamente me opuse, es más, les prohibí cualquier homenaje mientras no hicieran un reconocimiento público de sus bajezas. Ramírez me dice en un momento que ellos valoraban la tarea de Tito pero no compartían su ideología. 
Yo respondí: Estúpido, es la ideología de Tito la que ha permitido que vos estés donde estás, como socio de la cooperativa de trabajo que él organizó y a la que donó todo lo que tenía por sus convicciones.

Tito Paoletti y su familia aún esperamos justicia. 

viernes, 20 de marzo de 2015

24 de marzo de 1976


Aun no había cumplido los siete años y ese día cambió mi vida para siempre. No secuestraron a mi padre ni a mi madre, ni un hermanito nació en cautiverio pero igual cambió. 

A mi tío se lo llevaron preso, a los amigos de mi papá también. A mi tía la cesantearon, a mi otro tío que vivía en Tucumán, también.
Sobrevivimos todos, a la falta de trabajo, a la prisión, al exilio, a esa condena de crecer lejos de tus primos, de los tíos y de los abuelos.
A nosotros que pudimos irnos a Madrid nos tocó la mejor parte: todos salvos...
¿Pero sanos?

Me llevó años, aun me cuesta, reconocernos en el lugar de víctimas, porque víctima víctima fueron Luly, José y Delia que crecieron visitando a su papá por varias cárceles del país.
Víctima víctima era la familia de la Nena Lanzillotto, con sus dos hermanas y sus respectivos maridos todos desaparecidos, con un sobrino nacido en cautiverio, otro chiquito tratando de entender qué pasaba.
Víctima, víctima era Camilo, de mi misma edad, que primero vio como secuestraban a su mamá y meses después a su papá.
Víctimas todos los demás, nosotros nos habíamos salvado.
Cuando fui madre y mi hijo Joaquín tuvo la edad que mis hermanas tenían cuando salimos corriendo de La Rioja, o cuando tuvimos que aprender un apellido nuevo, o cuando llegamos a un país para nosotros desconocido; recién 20 años después me di cuenta de que esa historia nos atravesaba.
El alma se me estrujó pensando en Elsa y en Sara, tan chiquitas, de 3 y 4 años. Abrazaba a Joaquín pensando en ellas sin pensar que yo también era una nena de 7 años y mis hermanos mayores tenían tan solo 8, 10 y 12.
Es muy difícil pensar en nuestras vidas si nada de eso hubiera sucedido. Sí sabemos cada uno de mis hermanos y yo, lo sabían también mis viejos, que lo que vivimos determinó quiénes somos, en nuestras partes oscuras, incompletas pero también en lo que brilla.
Muchas veces me pregunto, cuando miro fotos de nuestra infancia, si no busco algo de aquello que éramos antes que se hiciera de noche aquel 24 de marzo.

(La foto es de cuando vivíamos en Moreno, y éramos los Fernández)

martes, 3 de febrero de 2015

A la mami


Por Ana Paoletti

Hay días,
casi siempre cuando ha llegado la noche,
y el cansancio me lleva hacia la desazón,
de pronto
el recuerdo de una caricia tan tuya
me habita el alma
y me consuela.
Otra vez tu mano me despeja la frente,
y tus dedos la recorren
mientras me arrimás
la cabeza hacia tu pecho.
Entonces recupero el aliento
y me voy a acariciar a mis hijos,
para que acumulen ternura
y la usen cuando la necesiten.

12 de noviembre de 2010